Prohibido prohibir rezaba un eslogan en 1968 que popularizó la idea de que cualquier autoridad era sospechosa. Hoy día parece que un borrador mágico eliminó para siempre la segunda parte dejándonos solo el amargo: Prohibido.
Mileniales, no podemos hablar de libertad entre tantas restricciones. Tenemos derecho a defendernos pero no podemos portar libremente un arma. Tenemos libertad de hacer con nuestras vidas lo que nos dé la gana pero no podemos consumir marihuana. Como ellas, existen miles, millones de restricciones que han sido impuestas sobre nuestra vida y que hoy día ponen en riesgo la libertad de pensamiento, la libertad de acción y la libertad de expresión.
¿Cómo ha sido posible esto?
El poder de las ideas es el responsable. Una pistola por sí sola no puede matar si alguien no la dispara. Las drogas no son malas por sí solas si alguien no las consume hasta la muerte o lo hace para cometer delitos. Todo gira en torno a la responsabilidad de quién manipula los recursos.
¿Qué pasará eventualmente si yo ando por la vida afirmando que las pistolas matan y las drogas son malas?
Le estoy dando razones al poder para que prohíba. Lo más grave de todo es que lo hará bajo mi consentimiento, y ya muchos ejemplos tenemos de lo que sucede cuando damos más poder al poder: más duro nos van a venir a joder.
¿Qué debemos defender los mileniales?
Nuestra libertad de ser responsables. Si quiero proteger mi vida, ¿por qué portar un arma es delito? Si quiero hacer con mi vida lo que desee, ¿por qué consumir marihuana está prohibido?
¿Acaso no han muerto más cantidad de personas producto del cáncer de pulmón que produce legalmente el cigarrillo y de los genocidios perpetrados desde el poder con licencia para matar inocentes?
Mileniales, tras 46 años, es urgente desempolvar el eslogan y gritarle al poder: ¡Prohibido prohibir!
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