viernes, 19 de febrero de 2016

Te Independizas Y Tu Madre Te Regala Una Planta: ¡Cuidado, Es Una Trampa!

Que si dónde vas a estar mejor que en casa. Que si no te sabes ni freír un huevo. Que si ahora vas a saber lo que es limpiar. A-me-na-zas. Pero ya has tomado la decisión: te quieres independizar. Tener tu casa, tu espacio, tu refugio. Y como el pisito de alquiler probablemente sea tirando a cochambroso, tu madre te regala una planta “para que haga bonito”. Pero ¡ojo! esa maceta es un regalo envenenado. Tu madre quiere ponerte a prueba, y espera pacientemente a que se ponga pocha para decirte aquello de: “¡Si no sabes mantener vivo ese poto, cómo vas a sobrevivir sin mí!”.

Tranquilidad, que no cunda el pánico. Vamos a repasar la ‘Guía completa e ilustrada para el asesino de plantas’.

Primera distinción: plantas de exterior y de interior. Bueno, ‘interior’ por decir algo. Las macetas que sobreviven dentro de casa lo hacen porque están acostumbradas a climas más cálidos, tropicales o subtropicales. Obviamente, las plantas de ‘nuestro interior’ son de exterior en algún sitio del planeta, no nacen en las casas.

Empezamos el repaso con la ayuda de Silvia Burés, la autora del libro A mí no se me mueren las plantas. Primero, vamos con los suertudos que tienen una pequeña terraza o un balcón y quieren ser la sensación de su calle. Las mejores y más resistentes, los cáctus y las de hoja gruesa. A esas poco hay que hacerles. ¿Se te olvida regarlas? No pasa nada, si no dejas pasar demasiado tiempo. ¿Podarlas? No hace falta. ¿Frío, calor? Hombre, con cuidado, pero resisten cosa mala. También los geranios, pero dicen que es la planta de los pobres porque está en todos los balcones. Ahí ya cada uno que valore su nivel de snobismo y pijerío.



Para el común de los mortales, para los que tienen únicamente ventana y no pueden sacar las macetas a la calle, vamos con las plantas mal llamadas de interior. Todas necesitan una temperatura concreta, luz, agua y abono, pero es cuestión de ir probando. El mejor sitio es cerca de la ventana, el lugar de la casa que más luz natural tendrá y, por lo demás, bastará con estar un poco pendiente para evitar el asesinato. El mejor termómetro será la tierra: ¿demasiado seca? Riégala. ¿Demasiado húmeda? Asegúrate de que no está encharcada y, si es así, quita el exceso de agua. Parece fácil, ¿no?





Y ahora, los mitos

¿Es cierto eso de que da igual que las macetas tengan agujeros debajo para que salga el agua? No es verdad, no da igual. De hecho, son fundamentales para que no encharquemos la planta y se pudran las raíces.

¿La nicotina mata a los bichos? Mucha gente tira las colillas de cigarro en la regadera y luego utiliza esa agua para sus plantas. Está bien, la nicotina previene las plagas, aunque tampoco es un remedio milagroso. Y no, no sirve para que las tomateras produzcan el Tomacco de Homer.

¿Es bueno hablar con ellas? Hombre, si estás aburrido, no está mal. Pero vamos, ni estarán más bonitas ni tampoco te contestarán. Ahora bien, mientras les hablas, probablemente las estés observando; eso es perfecto, porque así comprobarás si están bien regadas, si les falta tierra, si tienen algún bichito… Y oye, si te sirve para desestresarte, ellas no se te van a quejar.



Puede que ya os haya picado el gusanillo y que os queráis convertir en expertos floristas. Paso a paso, tampoco os lancéis. Pero, eso sí, tened cerca estos consejos si vuestra madre os hace el regalo-pruebadefuego. Porque, madres del mundo, os queremos por encima de todo, pero ya somos mayores y sabemos cuidarnos solos. A nosotros mismos y a las plantas, si hace falta. Y, amigos, si aún así se os mueren las macetas, tranquilos. La solución está en el chino de abajo y se llama ‘plástico’.

Porque Seas De Mi Familia No Tengo Por qué Quererte

Qué bonito sería no decir nunca adiós. Aquel amigo de la universidad del que tuvimos que distanciarnos porque era una persona tóxica, ese ex novio que se fue por su lado después de haber vivido tanto juntos… Con la familia también sucede, ese día en que te das cuenta de que por mucho que quieras a tu prima, es una persona que no comparte ninguno de tus valores. Pero también puede pasar con familiares más cercanos. Hermanos que se van por el mal camino, padres que se van sin mirar atrás o madres que te hacen más daño que otra cosa.

Aprendes a dejar ir, a soltar y a seguir avanzando. Aprendes que a menudo la vida no te deja otra opción que elegir entre la distancia o la baja autoestima. Aprendes que hay un dolor mayor que perder a alguien, y es perderte a ti mismo, renunciar a lo que consideras más importante, como puede ser la tranquilidad, la honestidad o la felicidad.

Lo ideal sería no tener que marcar una distancia con esas personas que son importantes para nosotros, superar las diferencias y centrarnos en lo que nos une con las otras personas. Todos tenemos algo en común, muchas cualidades que podemos potenciar para conectar con los otros. Lo que ocurre es que no siempre es posible, porque tienen que querer las dos partes, y porque hay veces en que los valores que tenemos se pisan el uno al otro.

Por ejemplo, si para nosotros es importante la valentía y la honestidad y en cambio para la otra persona es fundamental la discreción y mantener las apariencias, es difícil conciliar posturas, porque uno de los dos tendrá que pasarlo mal, y la cuestión es si estos valores son vitales o se pueden negociar. Cada uno sabe en lo que puede ceder porque no es esencial y aquello que es innegociable.

También ocurre a veces que estar con alguien nos hace daño, y que aunque hayamos intentado mucho tiempo una buena relación sin daños colaterales, al final te das cuenta de que hay luchas que no puedes vencer, y lo que te queda es aceptar, y elegir.

Entonces, decides que tu dignidad no puede venderse por una foto familiar de revista. Porque la vida es corta, incluso para los mileniales, que tenemos la sensación de que todavía nos quedan muchas temporadas en esta serie.

De pronto la vida demuestra que si te detienes a hacer lo que no quieres, por miedo o por sentirte culpable, estás renunciando a hacer lo que quieres, algo que cada vez te queda menos tiempo para poder realizar. Cada minuto cuenta, cada noche de navidad cuenta y cada cumpleaños cuenta. En cada uno de ellos estás celebrando algo que no durará para siempre, la vida. Tú debes elegir qué compañeros quieres que te acompañen en este breve viaje…

Joven+Prácticas-Alquiler-Cena-Cerveza = 0€ En El Bolsillo

Reconócelo: eres pobre. Pero no pobre porque te falte de comer. Tampoco es para tanto. Pero sí que eres pobre para comprar cosas, para beberte unas copas el fin de semana y para tener vida fuera de casa. Por suerte tu trabajo de becario te mantiene alejado de tus amigos. Así no gastas. Muerto el perro se acabó la rabia como quien dice. Y casi es mejor así.

A ti no te vamos a descubrir nada. Ya sabes cómo funcionan las cosas. Esto lo escribimos para que se enteren tus padres. O tu jefe. O el que te dice que te dice medio de coña medio en serio que no te sabes administrar. ¿Pero de verdad esta gente sabe lo que cuestan las cosas? No nos referimos a una barra de pan. Ni al café de Zapatero. Nos referimos al alquiler. A los novios y a las novias –tener pareja cuesta y quien diga que no es porque no la tiene–, al cine, a cenar fuera de casa, a las copas y a las cervezas…Vamos a echar cuentas, a ver que nos sale.

Empieza el mes. Recibimos nuestro salario. Si es digno o no allá cada uno. Pongamos… 800 euros brutos, que estás empezando. Al fin y al cabo estás a prueba –como lo vas a estar el resto de tu vida pero ese es otro tema–. Ya hemos dicho que eres pobre, pero es que este jueves ha venido tu amigo extranjero que conociste en no-sé-dónde. Ha decidido visitar España y tú vas a descubrirle las maravillas del país. ¡Mesonero, un par de cañas!

Y las dos cañas se convierten en 4. O en 6. Con suerte te han puesto de tapa unas patatas fritas… Si Alfonso XIII levantara la cabeza… ¡Las patatas fritas no tapan la consumición y pueden entrar moscas! (Por si no lo sabías, éste es el origen de las tapas). Pero bueno, al fin y al cabo son patatas fritas. Pides la cuenta y, como tus padres te enseñaron a ser buen anfitrión te ofreces a pagar. Échale cerca de dos pavos la birra. Te acabas de fundir 10. Y estamos a jueves.

El viernes no quieres salir. Estás cansado de toda la semana y te apetece un plan tranqui. Pero ¡oh, sorpresa! tus compis quieren tomar algo después de toda esta semana de mierda. Y la broma te sale por casi 20 lereles. Si se lo cuentas a tu padre se ríe de ti. ¿Cómo no te vas  a gastar 20 euros en salir con tus compañeros de trabajo? ¿Qué eres, un rarito? La presión social te puede. Hale. 30 pavos y aún es viernes.

Sábado. Hay que quedar: el cine y las palomitas salen por casi 20 euros. ¿Cenar? Entre pitos y flautas casi 30. ¿Tomar una copa? Entre 8 y 15, dependiendo de por dónde te muevas. ¿Sigues queriendo tener pareja? Pues ponte la tele y pilla una mantita, pero que no se te ocurra llamar para pedir unas pizzas.

Eso si vives en tu propio piso. Bueno, tuyo, tuyo, no. Tuyo y de tus dos o tres compañeros de piso. Si tienes suerte y han salido verás la peli en el salón. Si no en tu habitación con el portátil. Y eso si tienes suerte. Porque a las malas estarás en casa de tus padres. Y si es así no queremos saber cómo te lo montas.

En todo caso, te recordamos que si vives en Madrid o en Barcelona vas a pagar los precios más caros de alquiler por metro cuadrado de toda España. Tirando por lo medio  cerca de 500 euros. Esperamos que menos.

Espera, espera, ¿hemos dicho 500? ¿Y en un finde te has dejado más de 50? ¿Y nos están pagando 700 y pico? No puede ser. Te quedan unos 150 euros y todavía no has hecho la compra. No has pagado el abono transporte (si eres mayor de 26 no te escapas en Madrid) y todavía te quedan tres interminables semanas para que te vuelvan a pagar. Reza por que nadie cumpla años este mes.

Sí. Casi mejor que te vuelvas a casa de tus padres si quieres tener vida fuera de casa.