La foto la tomó un avión espía estadounidense en 1962 mientras volaba sobre Trece de la Coloma, una localidad en el extremo oeste de Cuba, y la estructura en tierra tiene el característico patrón hexagonal de una batería de misiles S-75 de fabricación rusa. Acaba de dar comienzo la famosa crisis de los misiles de Cuba que enfrentó a Estados Unidos y la Unión Soviética.
El S-75 Dvina es un misil tierra-aire con una cabeza explosiva de 195 kilos capaz de destruir blancos en el aire a una distancia de 45 kilómetros y 20.000 metros de altura. Cada batallón de S-75 normalmente tiene seis lanzadores de riel único semifijos para misiles V-750. Estos lanzadores se posicionaban con una separación de entre 60 y 100 metros siguiendo un patrón hexagonal con aspecto de flor, con los radares y sistema de guía ubicados en el centro. Un sistema de misiles como ese fue el que derribó un avión espía U2 sobre suelo soviético en 1960. Su piloto, Francis Gary Powers, sobrevivió pero pasó dos años en una cárcel rusa.
Volviendo a Cuba, la batería de misiles S-75 no suponía ninguna amenaza para territorio estadounidense, pero hizo sonar todas las alarmas en Washington porque significaba que la Unión Soviética estaba desplegando tropas en la isla caribeña.
Efectivamente, dos vuelos posteriores en aviones U2 revelaron que Moscú había desplegado en Cuba misiles de medio alcance R-6 con capacidad para ojivas nucleares. Por fortuna, el presidente rudo Nikita Khrushchev logró llegar a un acuerdo con John F. Kennedy y la crisis quedó en nada. Desde entonces, la imagen ha pasado a la posteridad como precursora de malas noticias. El sistema S-75 Dvuina es uno de los más usados por ejércitos en todo el mundo.
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