Lo que empezó como una simple brecha en la frente se acabó convirtiendo en un auténtico problema para Jay Watson. Este niño británico acudió al hospital Alexandra de Woodrow, en el Reino Unido. El personal del centro tomó una decisión un tanto curiosa y optó por pegamento quirúrgico en lugar de recurrir a los típicos puntos de sutura. El resultado fue una gran negligencia médica que tuvo a Jay con el ojo completamente cerrado durante cinco días. Los padres del niño alertaron de que el médico realizó un mal movimiento, provocando el goteo del pegamento por la cara del pequeño.
Aunque el personal sanitario comunicó a los progenitores que el ojo se abriría en pocos días, el error supuso una gran incomodidad para el niño, que tuvo problemas para conciliar el sueño y realizar con normalidad algunas tareas domésticas. Los padres buscaron ayuda en otros hospitales, pero nadie supo solucionar el contratiempo. Tras cinco días, el niño pudo abrir un ojo. «Desde que salió de hospital todo fue como si hubiera estado en una zona de guerra. El estrés que el niño sufrió por intentar abrir el ojo sin éxito fue increíble. El hospital cometió, de manera clara, una negligencia».
Las autoridades sanitarias han emitido un comunicado ante la avalancha de medios que se han hecho eco del caso: «Preocupa que la experiencia de los pacientes no coincida con los altos estándares de calidad que establecemos y pide a la familia que contacte con ellos para tratar el caso individual de la mejor manera».
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