Dijo Woody Allen: “El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas”.
Queridos amigos (sin derecho, ¿eh?): hoy vamos a reflexionar sobre este paradigma de las relaciones mileniales, sobre este “regalo” o esta “desgracia”, según quién te lo cuente… o, como lo definiría la propia Wikipedia: Hoy vamos a hablar de los “amigovios, amigos con derecho a roce, garchamigos o follamigos.”
Si. Todos sabemos de qué se trata. Algunos hasta podemos ejemplificarlo. Pero, ¿por qué esta tendencia?
La generación milenial goza de un escandaloso amor por la libertad, por su independencia. Chicos y chicas somos iguales y hacemos lo que queremos. Atrás quedaron ya las relaciones de “mi novio de toda la vida” (obviamente hay excepciones…y ¡menos mal!).
Pero, para la mayoría milenial, el amor verdadero, si llega, que llegue sin prisas.
Gracias a las posibilidades de sexo seguro y a la modernización de la sociedad, ahora los jóvenes vivimos nuestra sexualidad de una manera menos reprimida, sin sentir vergüenza por ello.
Y… ¡Con quién mejor que con un amigo!
La escritora argentina Verónica Malamfant hace buen elogio de esta tendencia en su libro ADR Amigos con derecho a roce. Manual de abusos y costumbres: “Los ADR son como la sal de la vida, son como ese niñito con alas traviesas que siempre nos recuerda que seguimos siendo jóvenes, eternos jóvenes, para nunca bajar a las realidades crueles con la que nos enfrenta la vida”
Un amigo te conoce bien, con un amigo te diviertes siempre, no tenemos que disfrazar nuestros “fallitos” y nos mostramos tal y como somos. El uso y disfrute de este tipo de relaciones está aceptado hasta tal punto de aparecer incluso en la Wikipedia: “La amistad con derecho a roce es una relación de pareja que intenta combinar la vinculación afectiva, los comportamientos y actitudes típicos de una amistad, con la posibilidad de mantener relaciones íntimas.”
Eso sí, hay dos reglas básicas que debes cumplir para elegir a tu ADR:
1. Escoger un ADR que no tenga pareja actualmente. Parece obvio, pero los seres humanos tenemos la capacidad del “ojo clínico”. Esta capacidad consiste en elegir siempre la opción mas difícil. Así que, recuerda que una amistad con derecho durará siempre y cuando los dos ADR estén libres. Sino, todo se complicará.
2. Los dos ADR tienen que estar seguros de estar jugando al mismo juego y de que ambos son eso, amigos. A los amigos hay que cuidarlos, y, en el momento en el que parezca que uno de los dos no lo está pasando tan bien como el otro, ya no es divertido.
Si esto se cumple, ya tenemos todo lo necesario para disfrutar de una buena relación ADR. Para despedirme, lo hago con una frase del libro que Verónica Malamfant: “Sea como fuere traen menos problemas y hacen disfrutar mucho más de la vida, no traen arrugas ni generan miedo. Al contrario se podría asegurar sin lugar a equivocación que llegarían a curar viejos traumas del pasado, porque nos animan a liberarnos a ser quienes somos en realidad,”
¡A disfrutar!
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