Todas las relaciones de pareja pasan por altibajos: ninguna se salva. De hecho, las discusiones pueden empezar incluso antes de ser pareja, en esa etapa donde solo se están conociendo y el intercambio de ideas empieza a aparecer. A partir de eso te das cuenta de que no todos somos iguales, que necesitamos aprender a aceptar nuevas ideas y a presentar las nuestras con el respeto que cada quien se merece.
Una de las discusiones más comunes en el mundo de las relaciones es la que trata sobre el “valor” de las personas. Cuando una relación se encuentra con graves problemas de comunicación, con especulaciones de ambos lados y con situaciones que imaginamos, llegamos al punto: “¿yo me merezco esto?” ¡Joder!, ni siquiera ha pasado nada y ya te estás comiendo la cabeza. Tal vez se hayan asomado oportunidades para que el gran escenario que creaste se desarrolle y, sin embargo, este no ha sucedido. No adelantes hechos por inseguridades.
Algo que debes entender desde el primer momento en el que decides enfrascarte en una relación de pareja es que todos somos diferentes; debes recordar que las personas suelen valorar cosas que quizá tú no valoras, como por ejemplo: una sonrisa, una mirada, un beso, un abrazo o un simple “buenos días”. Tal vez para ti el amor sea un camino de rosas, salidas a cenar o pasar tiempo indefinido contigo; sin embargo, esto no siempre es posible. Valorar los pequeños detalles que obtenemos diariamente es la clave para una relación sana, para una relación fructífera.
Argumentos como: “es que tú no me valoras”, sobresalen en discusiones cada 5 segundos, pero, ¿te has fijado en si los detalles que te dan no son esos que valoras? Quizá todos los detalles estén allí y solo quieres ignorarlos porque para ti “no valen nada”. En el momento en el que decides pedir valor para ti mismo, debes valorar a tu pareja también. ¿Estás dándole el valor que se merece? Aquí ya no valen valores sexistas, todo eso se acabó cuando ambos decidieron ser uno, dos personas diferentes que disfrutan de la compañía, de la vida y de los sueños que poco a poco van alcanzando.
Al final del día, el valor que tanto exiges deberías darlo tú también. Pide valor valorando, esa es la clave.
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