Disney ha hecho mucho daño en nuestra sociedad, sobre todo en el terreno amoroso. Todo el mundo piensa que buscamos a la cenicienta del cuento de hadas para ponerle el zapatito en su pie perfecto de piel tersa con olor a jazmín, pues no, estáis muy equivocadas. Chicas, os voy a echar un cable para que a partir de ahora todo vaya mejor. Palabra de semental.
Para empezar olvidaros del papelón de vuestra vida en la primera cita, nos gustáis tal y como sois. Cuando vamos a cenar, pedid lo que os de la gana, nos gustan las mujeres auténticas, naturales y sin complejos, no las que se piden una ensalada porque se “cuidan” y luego se comen todos los nachos con queso que supuestamente compartíamos, las patatas de nuestro plato y rebuscan oro en el postre.
Otra cosa que sobra son los comentarios, “que te quede claro no soy una chica fácil”, somos humanos y si estamos teniendo citas en algún momento acabaremos en la cama. Y hablando de cama, aprovecho para el tema del sexo. No entendemos por qué os cohibís de esa manera. No estamos en una comedia romántica en la que se f**** a dos por hora, queremos pasión y locura, y, por favor, no nos preguntéis si nos ponéis, si estamos en la cama es por algo. Además, cuando acabamos a todos nos gusta relajarnos. Fumarnos un cigarrillo o disfrutar del silencio lleno de roces y miradas; en definitiva, un tiempo muerto en el que sobran preguntas innecesarias como la de si nos ha gustado o, peor aún, ¿en qué piensas?
En cuanto al móvil, por favor, no queremos tener luxaciones en los pulgares, al igual que vosotras, tenemos vida y no estamos pendientes del teléfono las 24 horas. Además, si nos habláis a todas horas nos agobiamos, y es entonces cuando perdemos el interés en vosotras; el espacio es la clave del éxito.
Odiamos que se nos exijan los detalles, si de verdad nos importáis vendrán con el tiempo. No estamos buscando a alguien que cumpla nuestros deseos de manera sumisa, queremos a alguien que vuelva nuestro mundo del revés, que nos rompa los esquemas, que se ría de nosotros en nuestra cara, no queremos una princesa, sino un terremoto.
El amor es una locura, no tiene definición ni instrucciones, no es un mueble de Ikea, no se compra ni se monta siguiendo unos pasos, pues no hay dos amores iguales. Los cuentos son ficción, no existen los príncipes ni las princesas, no hay carrozas ni perdices, solo dos almas que se encuentran.
Por lo tanto, no perdamos el tiempo inspirándonos en viejas historias cuando, en realidad, lo que de verdad queremos es escribir nuestra propia historia de amor.
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